viernes, 17 de julio de 2015

Teddy Roosevelt en Argentina


VISITA DE TEDDY ROOSEVELT A NUESTRO PAÍS: ¿DIPLOMACIA, PLACER, AVENTURA O ESPIONAJE?
CUANDO THEODORE ROOSEVELT VISITÓ LA ARGENTINA

Theodore Roosevelt, nacido en Nueva York en 27 de octubre de 1858 y muerto el 6 de enero de 1919 en Sagamore Hill. De familia acaudalada, este historiador egresado de Harvard fue  el 26°. presidente de los Estados Unidos, entre 1901 y 1909.


LA LLEGADA.

   Gran recepción se organizó para la llegada del visitante ilustre. Proveniente del Uruguay, es recibido en el puerto por el embajador de USA en Argentina, Mr. Garret, entre otros diplomáticos y por el presidente de la Cámara de Senadores, Dr. Benito Villanueva. El  incansable ex-mandatario se alojaría en la residencia del ministro británico en la calle Parera. Sonaban aplausos y músicas marciales. De allí, lo condujeron a la Casa de Gobierno, donde el vicepresidente a cargo de la presidencia, Victorino de la Plaza, lo recibió con honores. El mandatario argentino hablaba inglés fluidamente, mientras que Roosevelt sólo hablaba su idioma. Por esos días, Roque Saenz Peña había tenido que dejar el gobierno por razones de salud, en manos de su vice, Victorino de la Plaza, y ya no lo reasumiría, pues muere al año siguiente.
  La mañana del 5 de noviembre de 1913, empiezan una larga serie de eventos, recepciones, banquetes  y homenajes que no cesarán hasta que el ex-mandatario visitante deje el país, el 6 de diciembre, rumbo a Asunción.
   En su ajetreada estadía charló con Julio A. Roca, Estanislao Zeballos, el perito Francisco Moreno, el ingeniero Tomás Amadeo, el doctor Emilio Frers, Joaquín V. González, Ángel Gallardo, García Mansilla, y tantos otras figuras locales. Visitó el Museo Social Argentino, almorzó en la Sportiva argentina, presenció la elevación del globo Los Andes en el Stadium, lo homenajearon en la Sociedad Rural, en el Hipódromo argentino donde preguntó intrigado por el palco de negros, en el Club Hípico donde le regalaron un hermoso ejemplar de caballo criollo, presenció el mausoleo de San Martín en la Catedral Metropolitana, concurrió a un acto del YMCA (Young Men's Christian Association) y asistió al oficio de la mañana del domingo de la Iglesia metodista. Halagos y consideraciones, por otra parte, que muchos resintieron por tratarse de un ex-mandatario americano que había avasallado las soberanías de naciones hispanoparlantes hermanas. Recordemos que durante su presidencia, aplicó la política del "big stick" contra los pueblos latinoamericanos, encabezó una expedición punitiva contra Venezuela en 1902  por el pago de la deuda; apoyó militarmente la secesión de Panamá, hasta entonces territorio colombiano; en 1903 construyó el canal de Panamá; fundó la base de Guantánamo en Cuba en 1903 y ocupó Cuba en 1906; intervino y ocupó Santo Domingo en 1904, siempre basándose en una ideología nacionalista y en su admiración por el heroísmo militar. A pesar de ser abiertamente partidario del belicismo, recibió el premio Nobel de la Paz en 1906. Ésto no fue obstáculo para que durante la Primera Guerra Mundial, presionara al presidente Wilson para que abandonase la neutralidad.


ROOSEVELT Y EL DESTINO MANIFIESTO DE GRAN POTENCIA.

En su estadía en Buenos Aires, que se prolongó por once días,  brindó dos conferencias, la primera en el teatro Colón y la segunda, en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, en las cuales dejó claros sus peculiares conceptos panamericanistas. En el resto de los eventos que protagonizó, tuvo la oportunidad de semblantear el grado de civilidad que se exhibía por estas latitudes. Cumplía así con la intención exploratoria de su viaje, cuestión que quedó plasmada cuando comparó su país con el nuestro, ubicando a la Argentina entre los países adelantados y capaces de autogobernarse, sin necesidad de tutelaje exterior. En su discurso, describe las semejanzas de Argentina con Estados Unidos:  la fertilidad del suelo, la variedad de recursos, la prosperidad material, la variedad de ocupaciones, la estabilidad política, una población viril y enérgica y un patriótico autorespeto para luego contrastar estas cualidades, con la de los países caribeños y centroamericanos que sí requieren, a juicio de Roosevelt, del tutelaje estadounidense. En consecuencia, las relaciones entre Argentina y Estados Unidos debían ser de cooperación en un esquema paramericanista (recordemos que hubo conferencias panamericanas entre 1889 y 1910) que fuera evolucionando hacia el control de la región y del continente. Este se  basaría en estrategias de desarrollo cultural basadas en exposiciones universales que debían brindar al mundo una imagen de la prosperidad americana y eventualmente, una unión aduanera que armonizara los  intereses comerciales. Todo por supuesto, bajo la estricta influencia del gran país del norte, apoyado en su "destino manifiesto" de gran potencia. Sin embargo, este discurso no le cerró a la élite intelectual argentina, y menos aún, a los grandes exportadores del modelo agropecuario, que no querían romper el vínculo comercial y cultural con la vieja Europa, léase, Gran Bretaña. La economía estadounidense era competitiva  -y no complementaria-, con la economía argentina, así que el panamericanismo argentino era meramente teórico, y no práctico.
   Y justamente, el viaje del ex-presidente norteamericano y masón,  obedecería a la  necesidad de identificar las usinas de resistencia a las intenciones expansionistas de USA, ya que la visita de este personaje encumbrado y con gran influencia en su país, fue planeada cuidadosamente con fines promocionales para crear "una visión común" de los intereses americanos que  encubriera el intervencionismo unilateral del gran país del norte.


 CAZADOR Y CONSERVACIONISTA.

   La otra idea rectora del ex-mandatario estadounidense prendió con fuerza en el perito Francisco Moreno, que con anterioridad y en forma inorgánica le había planteado al gobierno argentino la necesidad de crear zonas protegidas con el fin de preservar las riquezas naturales y el mundo silvestre. El encanto por el mundo silvestre, del que Roosevelt hacía un culto, estaba basado en tres pilares del imaginario norteamericano. La seducción que ejercía la frontera, como confín de la civilización, donde el pionero se realizaba plenamente y en libertad;  los rasgos de virilidad y resistencia que, en conceptos de Darwin, debe reunir el pionero de esa vida de frontera y por último, la conservación de lugares para el descanso y la contemplación que eran menester para escapar de las tensiones de la vida urbana.


EL MUNDO UN GRAN COTO DE CAZA.

   La vida de frontera así concebida, en un medio hostil, era dura, pero natural, y la adaptación a ella significaba para Roosevelt, un pleno triunfo del hombre sobre su medio. Esa necesidad de adaptación explica de alguna manera su profunda vocación de cazador. El sometimiento y dominio de la sociedad y de la naturaleza a los tiros, hizo de la personalidad del ex-mandatario un manojo de profundas contradicciones. Era conservacionista, pero amaba la caza y no tuvo miramientos en posar al lado de grandes presas en un tour de caza mayor por África, de donde se llevó más de 3000 animales a Estados Unidos.








ROOSEVELT Y EL RACISMO 

Creo seis parques nacionales  en su país, y cuadruplicó las reservas forestales, protegiendo a su vez, especies en extinción como alces, búfalos y ciervos. Prohibió la explotación del zinc y el cobre en el Gran Cañón del Colorado, sin embargo, despreciaba a los pueblos originarios, a los negros, mulatos, mestizos y a los latinos. Tal vez, la idea de conservar esos grandes territorios vírgenes sin intervenir por el hombre, era una forma de reservarlos para los elegidos, para la élite o la intelectualidad blanca que debía ver en el uso racional de los recursos naturales una marca, una evidencia de civilización.  La paradoja es que la vida civilizada, resultó mucho más dañina al medioambiente que la vida primitiva. Ya que, la civilización para Roosevelt, implica un regreso a la vida silvestre, a la conexión con el mundo natural, pero a través de su conquista. Ejemplos locales de estos conceptos los hallamos en Aarón Anchorena, que quedó fascinado con la isla Victoria en Nahuel Huapi cuando la exploró por primera vez en 1902, y ya en Buenos Aires quiso comprarla al gobierno. Al ser inalienable por ley, en 1907 el Congreso se la concedió en usufructo de por vida. Paul Groussac denunció el hecho y se revocó la concesión, pero ésta duró el tiempo necesario para que Anchorena transforme la gran reserva de parque nativo de la isla en una estancia modelo y en una gran coto de caza, con la introducción del ciervo colorado y el ciervo dama, entre otros animales, además de ejemplares de flora exótica.
   Estas ideas influyeron en el perito Moreno, que en 1903 había recibido del gobierno por  ley 4192, en recompensa por sus tareas de peritaje en la cuestión de límites con Chile, 25.000 leguas cuadradas de tierras fiscales. Vendió 22.000 de esas tierras para financiar, entre otros gastos, un comedor para los niños pobres, ya que sostenía que "un niño con barriga vacía,  no puede aprender a escribir la palabra pan" . Las 3000 leguas cuadradas restantes , las devolvió al gobierno con la condición que fueran destinadas a parque nacional. Pero recién en 1916 fue constituído el Parque Nacional del Sur, luego Parque Nahuel Huapi.


DETALLES DE LA VISITA DE ROOSEVELT AL ZOOLOGICO DE BUENOS AIRES.

   Luego de las visitas protocolares a su llegada, Roosevelt fue llevado por el intendente de la ciudad, Joaquín de Anchorena al Jardín Zoológico, lo cual fue muy gratificante para el norteamericano. Allí conoció a Clemente Onelli,  aventurero italiano y director del zoo , que merece un capítulo aparte.
Éste lo paseó utilizando incluso el chuchu (trencito) de los niños, por los jardines mostrándole los ejemplares de fauna autóctonos como el tatú carreta, que fascinó al ex-mandatario.     También pudo exhibirle varios indios araucanos que se enseñaban allí como parte de la muestra. La charla entre los dos hombres debe haber sido muy amena, ya que tenían intereses comunes. Onelli era un entusiasta y conocedor de la Patagonia, y esta zona del continente, al igual que la Amazonia, eran de sumo interés para Roosevelt y en general para el típico cowboy norteamericano. Recordemos que prófugos de la ley como Butch Cassidy, Sundance Kid, los hermanos tejanos Benjamín, Charles y Sam Wagner , Martin Sheffield, supuesto marshall perseguidor de bandoleros, Willy Wilson, Robert Evans (ambos secuestradores de estancieros y muertos por la policía en río Pico), o John Comodoro Perry, sheriff americano, habían sido atraídos, entre varios otros cowboys estadounidenses, a instalarse en la Patagonia. Los bandoleros norteamericanos formaron bandas que asaltaban las haciendas o los bancos locales, mientras que otros  intentaban instalarse como estancieros. De esta forma, se había formado una colonia de habla inglesa cerca del Nahuel Huapi, nutrida de estos colonos y alentada en gran parte por los odontólogos Santiago Ryan y George Newbery, vicecónsules honorarios de Estados Unidos en Buenos Aires, que poseían tierras cerca del lago Nahuel Huapi.  Cabe una pregunta:  si al gobierno nacional le parecían deseables estos pobladores a los nativos indígenas que fueron despojados de sus tierras, y la respuesta es, frente a los prejuicios raciales de las élites de la  época, cuya intención expresada en mútiples ocasiones era "blanquear" la población, que sí lo eran. El blanqueamiento debía producirse a cualquier costo, y muchos aventureros o buscados por la ley, encontraron en parajes desolados de la Patagonia, un hermoso refugio para establecerse. Sin duda Roosevelt tenía noticias de estos  asentamientos de sus compatriotas y ésto, y su curiosidad por el mundo silvestre y alejado de la civilización, ejercían una muy fuerte atracción en él para aventurarse por la Patagonia.
Martin Sheffield, cowboy de la Patagonia


SU PASO POR LA PROVINCIA DE BUENOS AIRES.

   Tres objetivos llevaron a Roosevelt a La Plata el 14 de noviembre, el Museo de Ciencias Naturales, el Observatorio astronómico y la tumba de su admirado Florentino Ameghino muerto en esa ciudad en 1911.
   Luego de almorzar con el gobernador García el Ministro Uriburu, el doctor Rocha y otros caballeros, pasa la tarde en el museo con sus hijos Margarita y Kermit, maravillado entre otras cosas con las dos muy importantes colecciones de restos indígenas de Ameghino y del perito Moreno. Recordemos que éste último alojó en las instalaciones del museo a Incayal y su familia, indígenas a los que conocía de sus viajes y que rescató del cautiverio de Martín García, viviendo bajo su responsabilidad en la institución. Al morir Incayal, en 1888, descarnó su cadáver ý sus huesos pasaron a formar parte de la colección y las vitrinas del museo, al igual que los de su familia.
   Pero ese día de la visita a La Plata era tormentoso y de fuertes vientos. Los caminos embarrados se hicieron intransitables y  apenas sí pudo llegar al Observatorio.  Tuvo que resignarse ante la imposibilidad de visitar  la tumba de Ameghino, en el cementerio local.
Incayal y familia, en el Museo de la Plata.




 Como hombre de acción, también le interesan a Roosevelt la organización de las fuerzas militares, por ese motivo, a la vuelta de su viaje por el sur el 3 de diciembre,  se organiza una visita el puerto militar de Bahía Blanca donde presencia un desfile de marinería, mientras conversa con el ministro de Marina, Saenz Valiente . También visita Campo de Mayo, donde con el ministro de Guerra, coronel Irusta, pasan revista a las tropas de acantonamiento.

VIAJE A ROSARIO, TUCUMÁN, CÓRDOBA Y MENDOZA.

   Desde Buenos Aires, Roosevelt viajó a Rosario, a la que llamó la Chicago del Sur por su gran dinamismo comercial. Lo recibe el gobernador radical Menchaca, que lo pasea por la ciudad, pero lo que realmente atrae la atención del ex-mandatario es el puerto, donde permanece más de una hora. Ya en Tucumán se reunió con el gobernador, doctor Ernesto Padilla , visitó el ingenio San Pablo y la hermosa Villa Nougués. Al anochecer partió para Córdoba, lo recibió el gobernador doctor Maceda, y en su visita a la prestigiosa Universidad de Córdoba, se refirió a su excelencia académica y a su antigüedad, ya que era 50 años más mayor que la de Harvard, donde estudió el ex-presidente norteamericano. A la tarde visitó Río Cuarto y desde allí tomó el ferrocarril a Mendoza, donde quedó encandilado con la conversación con el general Rufino Ortega, padre del gobernador, que le contó de su participación en las guerras civiles, la guerra contra el Paraguay y las luchas contra los indios. Al día siguiente, cruzaba la cordillera para llegar a Chile por el túnel construído tres años atrás, para el paso del Ferrocarril Andino.
Ingenio San Pablo, Lules, Tucumán.


PASEO DE ROOSEVELT POR EL SUR PATAGÓNICO.

 La comitiva argentina esperó al ex-mandatario a su regreso de Puerto Varas, en Chile y su cruce por la laguna Fría. Fue conducido a la isla  Victoria en el vapor Cóndor, donde el marinero y astillero alemán Otto Mülenpfordt, administrador de la isla nombrado por Aarón Anchorena, los recibió en el engalanado muelle de madera. Ruiz Moreno y Elordi habían enviado por ferrocarril hasta Neuquén, dos automóviles Mercedes Benz y un Fiat, a disposición del visitante y, a su vez,  presos neuquinos, limpiaron a pico y pala, el camino entre Bariloche y Mencué.
   Roosevelt pasó un día en Bariloche, visitando a pie la ciudad de cabañas de madera y  un millar de habitantes. Moreno lo llevó hasta el ciprés histórico donde el perito, en 1886, había sido apresado por los indios. La ciudad tenía escuelas bilingües y una municipal, y bibliotecas, cuya oferta de libros le pareció sumamente interesante. Fue invitado a cenar trucha en la casa del empresario alemán Carlos Wiedherhold, dueño de La Alemana, primera casa de comercio barilochense fundada en 1895. Era de su propiedad el vapor Cóndor que unía las costas del Nahuel Huapi.  Asistieron  el perito Moreno, el director general de Territorios doctor Ruiz Moreno, el gobernador de Neuquén, el empresario italiano Primo Capraro, dueño del aserradero La Chile-Argentina, varios caballeros locales y dos damas, una belga y otra rusa. En la sobremesa, Roosevelt quedó asombrado de los conocimientos sobre Homero, Cervantes, Lope de Vega, Dante y hasta Shakespeare que tenían aquellos habitantes de un pueblo fronterizo y aislado.
La Alermana de Carlos Wiedherhold, primera casa de comercio de Bariloche.
La Compañía Comercial y Ganadera del empresario italiano Primo Capraro 

   A la madrugada siguiente, partió la caravana de autos hacia la estación de tren más cercana, por una huella mejorada por presos que además habían colocado tanques de combustible en el camino, por orden del gobernador. Corderos al asador esperaban el paso de la comitiva.  Hacia la tarde, llegaron al humilde rancherío de Mencué, en Río Negro, donde se había destinado para el ex-mandatario el mejor rancho, de una habitación y sin baño. Aunque según  testigos, Roosevelt prefirió dormir a la intemperie, con sus compañeros de aventura, y frente al fogón.
   En la cena, el doctor Ruiz Moreno le propuso salir de caza a las 3 y media de la mañana, cosa que lo entusiasmó y ya en el campo, se divisaron unos ñandúes con los que Roosevelt probó puntería, sin acertar, lo que lo dejó contrariado. Más tarde, uno de los autos fue liberado de un arenal por los lazos de gauchos, algunos mestizos y otros rubios, que encontraron por el camino. A Roosevelt le parecieron habilísimos jinetes y diestros enlazadores, pero  de aspecto salvaje y agresivo. La sociedad de esos desiertos le interesaban sobremanera y observaba con detenimiento los ranchos que aparecían por el camino, así como una escuelita y algunas pulperías, que le llamaron la atención por lo descuidadas. Debieron cruzar dos ríos sin puentes ni balsas, y por último, el peligroso río Limay, muy crecido. Así y todo, Roosevelt se negó a  desistir del intento.
   Por fin, llegaron a Neuquén.  La gente lo esperaba en el andén, entre lluvia, viento y aplausos. Subió al vagón blanco presidencial rumbo a Buenos Aires y de allí saludó al público reunido.  Era la primera vez que se unían las ciudades de Bariloche y Neuquén con automóvil.

LA ANÉCDOTA.
   
   Invitado a cazar osos en Mississippi en 1902, sin dudarlo Roosevelt acepta la aventura. Al tiempo de marcha, el presidente estaba impaciente por encontrar un oso, por lo que su guía Holt Collier se adelanta con sus perros que encuentran a un oso joven. El animal luchó con los perros, y puso fuera de combate a varios, por lo que Collier le pegó un poderoso golpe en la cabeza con su escopeta que lo dejó seminconsciente. Luego lo ató a un árbol con cadenas, invitando a Roosevelt a dispararle. El oso quedó con sus brazos en "T" sin intentar protegerse. Los testigos afirman que a Roosevelt, que practicaba la caza mayor, no le interesó el desafío y desistió de matar al animal. La noticia se difundió enseguida y se convirtió en leyenda. Al matrimonio de Rose y Morris Michtom, inmigrantes judíos con una tienda de dulces que habían visto la caricatura de la escena, se le ocurrió hacer y exhibir en su vidriera, un osito con los brazos abiertos y llamarlo Teddy's bear o simplemente Teddy o T-bear (Tibir), apelando  a la ternura del animalito. El osito rápidamente se expandió por el mundo como el peluche preferido de los niños pequeños.





EXPEDICIÓN AL AMAZONAS.

   Luego de su visita protocolar a Asunción, emprende la expedición de Corumbá a Manaos. La Compañía Mihanovich realizaba el viaje a Corumbá, que era el último puerto sobre el río Paraguay, y donde un argentino, Rafael del Zar, producía tasajo y charqui con el ganado local, para los peones de menores ingresos.
   La expedición que intentaría unir ambos puntos comprendía 2000 km  de selva tropical, y Roosevelt sería acompañado por oficiales brasileros. Partieron entonces el viajero y la comitiva con espacios inquietantes entre comunicación y comunicación, ya que sólo se contaba con el telégrafo y en lugares poblados. Exploraron el  río Dudiva (de la Duda) que luego se llamaría Teodoro, en homenaje al visitante, río de difícil navegación y rodeado de indígenas hostiles. Luego de 800 km de eludir saltos y escollos, llegaron a la desembocadura del río Dudiva al río Madeira, afluente del Amazonas. Este río torrentoso, arrastraba islas flotantes y pedazos de madera o troncos enteros, desprendidos por las fuerzas de las aguas. El gobernador del Amazonas, Tomás Funes, les envió un barco para conducirlos hasta Manaos, pero la comunicación con los expedicionarios se había perdido. Luego se supo que el contingente se dividió. en tres y para colmo, el barco Ciudad de Manaos, que esperaba a Roosevelt, debió partir por epidemia de fiebre amarilla a bordo. Finalmente el 1° de mayo,  el aviso Ciudad de Manaos volvió con el ex-mandatario de 61 años al puerto, con una herida infectada en una pierna y 25 kg menos de peso. Suspendidos todos los festejos, fue llevado rápidamente a Nueva York para ser atendido, si bien nunca se repuso totalmente de todas las penurias sufridas en esta aventura.


    MUERTE DE ROOSEVELT .
                                      
   El 6 de enero de 1919, este personaje carismático, repleto de claroscuros, contradictorio y paradójico, muere en Oyster Bay mientras dormía por  infarto del miocardio. Desde hacía unos meses padecía un reumatismo infeccioso con inflamación de las articulaciones y mucho dolor. Su estado anímico no ayudaba a su rehabilitación, su querido hijo Quentin, piloto de la fuerza aérea norteamericana, había muerto en acción en 1918. Theodore Roosevelt fue enterrado junto a su esposa en el Youngs Memory Cemetery, cerca de la casa de Sagamore Hill, donde fue feliz con su familia por muchos años.









sábado, 11 de julio de 2015

LAS HERMANAS NESS


COMENTANDO IMÁGENES
                                      
   
   La imagen puede ser un excelente vehículo de conocimiento, ya que el ojo humano registra la información visual con mayor rapidez y riqueza que la información surgida, por ejemplo, de la lectura. La potencia de la imagen es tal, que desde épocas remotas los pueblos iletrados han recibido trascendentes mensajes a través de la iconografía . 
   De cualquier forma, no  es mi intención abordar la enorme importancia  del símbolo, del signo o de la imagen en el devenir de la humanidad, desde las prácticas idolátricas primeras, hasta el culto por la imagen que hizo la Iglesia católica, o el rechazo de la misma por las iglesia disidentes o el Islam, o paralelamente a todo ésto, las manifestaciones plásticas de la imagen artística. 
   En la sociedad moderna, la representación visual   ha alcanzado un desarrollo  fundamental y se expresa con frecuencia por la fotografía, entre muchas otras manifestaciones. Y aquí entonces, expongo el objeto de este blog:  me he encontrado con antiguas y hermosas fotografías y lamenté no contar con referencias de ellas. De esta forma, una  fotografía  se reduce sólo a su apreciación estética-y no es un dato menor-, porque se carece de  información sobre el tema que inspiró la captura.  Este sitio tratará de informar lugares, épocas, circunstancias y otros datos de fotos que circulan en archivos, bancos de imágenes, colecciones particulares o bien, aquellas que sean de acceso masivo, como las publicadas online, con el objeto de enriquecer y vincular la información relativa al tema con la imagen fotografiada.
   Observemos detenidamente las fotografías, y detengámonos en las actitudes, la vestimenta, la decoración, la identificación de referencias desaparecidas o la aparición de nuevas referencias, en fin, la riqueza de datos que contiene un registro fotográfico que tanto dice al ojo entrenado y que  suma a nuestro conocimiento de una época.


LAS HERMANAS NESS



   Las hermanas Ness eran hijas de la tehuelche Opsén (Mauricia Copane Manchado) y del irlandés William Ness.
   Ness figura en el censo de Río Gallegos del año 1895 como un ovejero escocés. Pero para esa época, y desde 1889, ya poseía un "boliche" llamado La Esperanza sobre la ruta 5, donde actualmente hay un moderno hotel. En él, paraban peones de las estancias vecinas, gente de paso y vendedores ambulantes de ropa, tabaco y bebidas,
   Las niñas se llamaban Witenkone (Antonia Ness) y Chamksuwun (María Catalina Ness) y las vemos en la foto, posando con sus quillangos de piel de guanaco, sus largas trenzas y sus botas de potro con el pelo del animal a la vista que estiraban hasta la rodilla. La toma pertenece a John Bell Hatcher, antropólogo de la universidad de Princeton, que expedicionó la zona entre 1896 y 1899. Las etnias tehuelches  recorrían la Patagonia o las mesetas andinas desde el 3500 a.c. al 1600 d.c., correspondiendo su desarrollo a la industria patagoniense, especializada en guanacos, ñandúes, caza y recolección. Pueblos nómades, armaban sus kaus (tiendas o toldos) y lograron dos tipos de adaptación diferentes, uno de ellos continental, y el otro, al litoral marítimo.
   Un conjunto de kaus, de individuos emparentados o cercanos, constituía un aiken. Entre los tehuelches, las decisiones colectivas las tomaban los caciques, y de la vida espiritual se encargaban los chamanes, que además conocían del poder curativo de las hierbas . Eran consumados cazadores, que utilizaban flechas y boleadoras forradas con piel de mulita, pero también eran músicos. Diseñaron un instrumento que sonaba como el viento, el koolo, a partir de una costilla de caballo o de guanaco, con cuerdas de cerda y una varilla tallada en hueso de cóndor. 
   Actualmente, los descendientes de las etnias tehuelches (de chewel: genta bravía) viven en comunidad en la colonia Kamusu Aike de 11.200 has cercanas a Río Gallegos y fundada en 1898.




William Ness y sus hijas

Antonia Ness en 1950

Las fotografías pertenecen a la colección de Santiago Halliday, Rodolfo Casamiquela, Osvaldo Mondelo y otros, y al folleto Tehuelches. Danza con fotos, editado por el Ministerio de Desarrollo Social a cargo de la Dra. Alicia Kirchner.



LOS SUCESIVOS PALACIOS LEGISLATIVOS

    
Primera sede legislativa : la Sala de Representantes: Perú 272


LA PRIMERA SEDE LEGISLATIVA
El poder legislativo tuvo una primera sede en la Sala de Representantes construída en 1821, en Perú 272, sobre lo que eran cinco casas de alquiler edificadas en 1782 sobre las antiguas huertas jesuitas, en el edificio de la Manzana de las Luces. La adaptación la llevó a cabo el arquitecto francés Próspero Catelin, y consistían en una Sala de Representantes y otras oficinas, con doble entrada, una pública por la calle Moreno y una reservada, por la calle Perú. La Sala de Representantes tenía una forma semicircular rodeada por tres hemiciclos para los representantes, palcos para los funcionarios y galerías para el público.

En 1981, el ámbito de la Sala se recuperó como patrimonio histórico, pues fue escenario de gran parte del desarrollo de la historia argentina. Sede de la Legislatura Provincial desde 1822 a 1884, de los sucesivos congresos y convenciones desde 1824 a 1864,  y del Concejo Deliberante desde 1894 a 1931, fecha en que finalmente fue desafectada de la vida política y pasó a ser ocupada por la Facultad de Arquitectura y Urbanismo como aula magna hasta 1971. Allí juraron  como funcionarios de gobierno Rivadavia, Rosas y Mitre, en cuya presidencia se encargó un nuevo edificio como sede legislativa mediante un concurso que ganó el arquitecto  Jonás Larguía. Este cordobés había sido becado por el gobierno de la Confederación argentina en Paraná, y gracias a ello cursó su carrera en la Pontificia Academia di San Luca en Roma, fundada oficialmente en 1593.

LA SEGUNDA SEDE LEGISLATIVA
Surgió así en el solar de Balcarce y Victoria (hoy Balcarce y la actual Hipólito Yrigoyen) un edificio de influencia italiana cuyo frente tenía tres grandes arcos de acceso y un frontis triangular. Pero la capacidad de este edificio resultó insuficiente cuando creció el número de representantes en ambas cámaras. Recordemos que el poder legislativo argentino es bicameral, y que el número de representantes es proporcional a la población. Recordemos también que  la inmigración aumentó en grado sustancial esa población, con lo cual pronto se multiplicaron los representantes legislativos.
Hacia 1880, las tensiones derivadas en guerra civil por la capitalización de la ciudad de Buenos Aires, enfrentaron los poderes del gobernador de la provincia bonaerense, Carlos Tejedor, y del presidente Nicolás Avellaneda, tensión que finalmente se resolverá con la fundación de La Plata. Pero en ese interín de cuatro meses que duró la resolución del conflicto, el Congreso se trasladó al pueblo de Belgrano en cuya municipalidad  (hoy Museo Sarmiento) funcionó. Vuelto ya a la sede del cuerpo legislativo, y en pleno crecimiento el número de habitantes del país,  se decide elegir, hacia 1890,  un nuevo proyecto edilicio que fuera acorde a las necesidades. Se barajó la posibilidad de alojarlo en la manzana de Paraguay, Charcas, Riobamba y Rodriguez Peña, pero luego, por iniciativa de Juarez Celman, el cuerpo se decidió por el solar de Callao y Rivadavia que fuera comprado a Spinetto Hermanos, llamándose a concurso para ponderar los proyectos. Entre los muchos presentados, fue el del italiano Vittorio Meano el elegido. El arquitecto turinés,comenzó su obra en 1897, y en el año 1906 la labor parlamentaria inauguró el edificio. El antiguo Congreso de Balcarce y Victoria, luego de 40 años,  declaró levantada la última sesión parlamentaria el 15 de diciembre de 1905 . A su local, se trasladó desde Perú 270, el Archivo General de la Nación y los miembros de la Junta de  Historia y Numismática presididos por Mitre. El edificio se mantuvo hasta el año 1942, cuando fue demolido para levantar el nuevo Banco Hipotecario, actualmente sede de la AFIP, pero la Sala de Sesiones permaneció intacta por efecto de la ley 120.412.







Segunda sede legislativa: Balcarce y Victoria


El antiguo Congreso en situación, visto desde la Casa de Gobierno. Detrás de él, destacan las torres y la cúpula de San Francisco, y más allá, las torres de Santo Domingo. Observemos que el solar del Congreso es irregular y su frente está a 45° con respecto a la acera. El arquitecto Larguía pudo resolver estas dificultades y en dos meses completó los planos.

El actual palacio legislativo, frente a él, la plaza del Congreso en cuyo centro se sitúa el monumento a los Dos Congresos, en homenaje a la Asamblea del Año XIII y al Congreso de Tucumán. Delimitada por las calles Entre Ríos, Rivadavia, Hipólito Yrigoyen y Virrey Cevallos, la plaza del Congreso  completa un conjunto de tres plazas inauguradas en el Centenario, junto con la de Lorea y la de Mariano Moreno. En ellas desemboca la diagonal Avenida de Mayo, conectando la Casa de Gobierno con el Congreso. Estos espacios abiertos brindan un  marco adecuado para la apreciación del frente del imponente edificio.







LA TERCERA SEDE LEGISLATIVA
El arquitecto Meano definió para el Congreso un estilo italianizante, inspirándose en edificios piamonteses de grandes cúpulas, combinó  líneas rectas en la base tomando elementos de la arquitectura griega como columnatas corintias y un gran frontis triangular y los coronó con una gigantesca cúpula de 80 metros de alto  y 30.000 toneladas de peso. Sobre el frontis colocó una plataforma y en ella una Cuádriga de bronce tirada por cuatro caballos y conducida por la Victoria Alada. El conjunto escultórico del artista  Víctor de Pol, que mide  ocho metros de alto y pesa 20 toneladas, simboliza la República Triunfante. Con cuatro pisos y un  subsuelo, el edificio posee una Entrada de Honor por la avenida Callao, flanqueda por seis columnas corintias, dos cariátides  de mármol y cuatro leones alados cuya función es ser la base de hermosos faroles de opalina. La entrada de senadores es por Hipólito Yrigoyen 1849 y la de diputados, por Rivadavia 1850.
Para el proyecto, demasiado ambicioso, se había votado un presupuesto de $6.000.000 m/n, pero hacia el año 1914 ya se llevaban gastados $11.000.000 y el edificio no estaba concluído. Recién en 1946 se lo consideró terminado con el revestimiento de piedra en los muros de la rotonda sobre la calle Combate de los Pozos, y para entonces había consumido la friolera de $31.400.000. Los escándalos alrededor de la obra del Congreso, su presupuesto nunca cerrado, las investigaciones sobre sobreprecios y la demora en su terminación, fueron objeto de numerosas críticas, pero a su terminación el Palacio de Oro (como se lo denominaba popularmente), quedó demostrada la majestuosidad del edificio, uno de los palacios legislativos más grandes del mundo.
Vittorio Meano nació en Susa, Piamonte hacia 1860 y estudió arquitectura en la Universidad de Turín. Trabajó en el estudio de su hermano, el ingeniero Cesare Meano y en 1884, viaja a Buenos Aires para incorporarse al estudio de su colega, también italiano, Franceso Tamburini, especializado en obras institucionales y públicas de importancia. Tamburini muere al año de llegado Meano, y recae sobre éste la responsabilidad del estudio. Compite con otros 28 arquitectos locales y extranjeros por la obra del Congreso Nacional y gana el concurso, mientras participa en las obras del Teatro Colón que a la muerte de Tamburini estaban en el primer piso. Se presenta al concurso para la construcción del palacio legislativo  en Montevideo, y Meano se presenta. En el interín, el 1° de junio de 1904, a las 11.30h en oportunidad del almuerzo del arquitecto en su casa, Rodriguez Peña 30, llama a la puerta un ex-empleado de origen italiano que hacía dos meses había despedido y que fue su mayordomo por cuatro meses. Por razones pasionales, y en medio de una discusión en su escritorio, Carlos N. Passera dispara al corazón del arquitecto que muere en el acto. La razón del conflicto era la mujer de Meano, Luigia Franchini. Passera huye de la escena del crimen. Dos días después, se le notificaba al arquitecto que había ganado el concurso por las obras del Congreso uruguayo. Las obras inconclusas del fallecido, las concluye el ingeniero y arquitecto de origen belga, Jules Dormal, respetando los planos de Meano.

 PREJUICIOS DE LA EPOCA
Para concluir esta sucinta reseña de las circunstancias que rodearon las obras de ejecución del Congreso Nacional, diremos que fue convocada la artista tucumana Lola Mora para producir unas esculturas alegóricas que completaran la imponente fachada del palacio legislativo. La escultora se estableció en un espacio del mismo edificio, en el que instaló su taller e incluso, su vivienda, con entrada por Rivadavia 1836. Las alegorías, esculpidas en mármol de Carrara, de la Paz, la Libertad, la Justicia y el Progreso se implementaron en los flancos de la Entrada de Honor. Pero no tardaron demasiado en suscitar quejas del público conservador que veían las imágenes desnudas como manifestaciones de descaro, por parte de una mujer de vanguardia como la tucumana. Los sobreprecios que implicaron las obras del Congreso sumado a este prejuicio, desencadenaron un fuerte rechazo a las obras de arte que fueron enviadas a un depósito hacia 1915. La artista entonces, donó sus trabajos a la casa de gobierno jujeña y ahí permanecen desde 1927. Pero el 17 de noviembre del 2011, el gobierno kirchnerista descubrió réplicas de las estatuas en sus antiguos emplazamientos, que hizo hacer en un taller de San Martín, mediante moldes digitalizados y copias 3D.




Lola Mora: alegoría de  La Paz